21 mar 2011

Carmen Balcells cede a un escritor marginal el protagonismo de un homenaje del Cervantes

Aliocha Coll dedicó toda su breve existencia a dos pasiones: la escritura y su mujer, la pintora francesa de origen chino Lysiane Luang. Tanto que, cuando se separó de ella y escribió la que consideraba ser su última novela, pensó que ya no le quedaba nada por hacer. Tenía 42 años cuando se suicidó. Era el 15 de noviembre de 1990. A este escritor madrileño casi desconocido ha dedicado Carmen Balcells el homenaje que a su vez le ha tributado esta mañana el Instituto Cervantes en su sede central de Madrid. La mítica agente literaria ha dejar su legado en la Caja de las Letras del centro: un cajetín de seguridad dentro de una cámara acorazada que se abrirá en mayo de 2012. "El respeto por la palabra nos puede salvar", ha afirmado Balcells poco después de cerrar su caja.
    Carmen Balcells
Desde que en 2007 se inauguró esta tradición, 15 protagonistas de la cultura hispanoamericana, entre ellos Francisco Ayala, Juan Gelman, José Emilio Pacheco, Ana María Matute, Antoni Tàpies, Luís García Berlanga y Manuel Alexandre, han dejado su herencia en una de las cajas del sótano del Instituto Cervantes. Cada uno de ellos estableció la fecha en la que se abriría la caja y se desvelaría su contenido. En algunos casos, solo se hará una vez que el autor haya fallecido. La caja de Carmen Balcells, la número 1.569, se abrirá en cambio en tan solo 12 meses, aunque ya se sabe lo que contiene: una foto de Aliocha Coll, su testamento, dos de sus obras, sus traducciones del Teatro de Marlowe y de un texto de Shakespeare.
"Siempre se dice que es imposible morir por amor pero a veces sí mata", ha dicho Balcells, de 80 años, sonriente en su silla de ruedas y con un abrigo azul, refiriéndose a Aliocha. La agente literaria más importante de los últimos 50 años en la cultura hispanoamericana ha reconocido que le costaba asumir el protagonismo del acto y por eso prefería dejárselo a Aliocha. "Fue un muchacho extraordinario, empezó a escribir con 7 años. Eligió la renovación de la palabra y sus libros fueron excesivamente vanguardistas para la época", ha contado Balcells. Tan vanguardistas que de la gran masa de manuscritos que produjo, pocos acabaron publicados. Entre ellos, la novela Vitam Ventura Saeculi (Ediciones Alfaguara, 1982), que Balcells llevaba consigo en el acto.
Dentro de la espaciosa cámara acorazada del instituto Cervantes, poco antes de que Balcells cerrara su caja, la directora del centro, Carmen Caffarell, ha afirmado que era "el legado especial de una mujer especial en un día especial". Y es que el Instituto Cervantes celebra hoy sus 20 años. Aprovechando el primer día de primavera, Caffarell ha dicho de Balcells que ella también ha sido una "primavera para muchos escritores" a los que ha permitido "nacer y renacer". Para la directora del Cervantes, Balcells es "la" agente literaria.
Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, Camilo José Cela, Miguel Delibes, Manuel Vázquez Montalbán, Vicente Aleixandre, Julio Cortázar, Rosa Montero han estado entre los "clientes" de Balcells, como ella suele llamarlos. Pero para ellos Balcells era una "amiga o una madre", según Caffarell. De hecho, García Márquez la llama "la Gran Mamá". Además de contar con muchos de los protagonistas de la cultura hispanoamericana reciente, Balcells y la agencia literaria que lleva su nombre se hicieron famosas también porque eliminaron los contratos vitalicios, que sustituyeron con las cesiones temporales de los derechos de un libro.
"Asustada" por los muchos periodistas que la rodeaban -Balcells no ama las entrevistas y ha concedido muy pocas durante toda su carrera- la agente literaria ha concluido el acto firmando el libro de honor del Instituto Cervantes. "Para Aliocha. Donde estés te recordamos. Ojalá alguien reconozca tu talento y te acompañe", ha escrito Balcells arriba de de su firma. Y ha contado que el año próximo quiere que, al abrir la caja, se lea el testamento del escritor. Al comentarle Caffarell que su cajón será el primero en abrirse, Balcells ha sonreído: "Es que creo estilo". Incluso con 80 años se puede seguir innovando.

Fuente: El País

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