El Grup 62, primera editorial que apuesta por la impresión por encargo
El Grup 62 es la primera gran editorial que ha decidido, apostando de forma clara por las nuevas tecnologías y después de su experiencia con el e-book, lanzar ahora una campaña para instaurar la impresión por encargo (print on demand). Comienza poniendo a disposición de los lectores un catálogo de un centenar de títulos actualmente no disponibles y manteniendo a las librerías tradicionales como parte de la cadena del libro. Ensayó la experiencia con los títulos agotados de las obras completas de Josep Pla y ahora pone otra vez en el mercado obras de Perucho, Ferran Torrent, Joan Brossa, Kurt Vonnegut, Miquel Bauçà, Georges Simenon o F. Scott Fitzgerald.
La impresión por encargo (IPE) permite que un lector, interesado en uno de los títulos incluidos en el catálogo, encargue el libro mediante una de las 20 librerías adheridas o mediante la web del grupo y lo recoja en un plazo máximo de veinte días. Estas tres semanas de espera es uno de los puntos débiles de la iniciativa, ya que los lectores se han acostumbrado a la entrega inmediata. Esther Pujol, directora editorial del Grup 62, cree que a la larga este plazo se irá acortando. El precio será el mismo que la edición convencional. Para ajustar costes, la cubierta será más sencilla: blanca, a la manera de Gallimard o Plon, con una franja de colores que distinguirá cada uno de los 18 sellos que forman el grupo.
El Grup 62 publica 500 novedades al año y mantiene 13.000 referencias vivas (títulos de los que se vende al menos un ejemplar al año), con sellos como Proa (de 1928), Destino en catalán (1968), Edicions 62 (1962), Empúries (1984) o Columna (1985). “Tenemos un fondo histórico muy importante, algo que en este mundo de cambios vertiginosos es un bien muy preciado, pero difícil de mantener por la falta de espacio de las librerías. Con la impresión por encargo damos la posibilidad de que el lector pueda acceder al libro que estaba agotado”, dice Pujol. La editorial se ahorra el riesgo de hacer una reimpresión que no le saldría rentable; y las librerías alivian sus sobresaturadas estanterías.
Tras una experiencia anterior fallida (por razones de precio y calidad), el IPE es un servicio que ofrecen empresas como Publidisa, Bubok o Lulu.com (en estados Unidos), centrada más en la autoedición, en libros técnicos o en la impresión de libros digitales por parte de editoriales que quieren reeditar un determinado libro con tirada y precio mínimos. Miguel Gallardo, propietario de la distribuidora Midac Llibres, ha llegado a un acuerdo con una empresa de impresión, Service Point, para crear Libux. A diferencia de otras plataformas, que se dedican sobre todo a que cualquier persona vea editado su libro, Libux ofrece la comercialización de la obra en librerías, pero hasta el momento se ha centrado en el libro técnico y la Universitat Politènica de Catalunya. Gallardo dice que puede entregar el libro solicitado en un plazo medio de siete días.
La iniciativa del Grup 62 es la primera, pues, que apuesta con fuerza por el libro literario y busca nuevas salidas al libro en un momento de dificultades. “El sector editorial –comenta Esther Pujol– no escapa de la crisis estructural y este año la hemos padecido de forma especialmente acusada porque hemos perdido días de venta habitualmente fuertes por la coincidencia de Sant Jordi con la Semana Santa. Se ha visto además que los libros más vendidos (Hessel y Espinosa) son baratos. La única noticia positiva es que no hay ningún fenómeno editorial que concentre las ventas de unos pocos autores y aumentan así las oportunidades de venta de un número mayor de títulos”. Como experiencias en otros países cita Random House en Estados Unidos y Faber and Faber en Inglaterra, que utilizan la impresión por encargo para rescatar títulos de sus fondos.
La iniciativa cuenta con la adhesión de una veintena de librerías de Catalunya, entre las que se encuentran Laie, 22 y Áncora y Delfín. Antoni Daura, presidente del Gremi de Llibreters, también colabora con la iniciativa por medio de su librería, Parcir, en Manresa.
“Hace ya tiempo que estamos apostando por que las nuevas tecnologías estén presentes en las librerías y después de los intentos que hubo hace unos años de implantar el IPE y que no tuvieron continuidad, ahora se ha conseguido un proceso más rápido y barato. A nadie le interesa tener títulos descatalogados. Favorece al cliente, porque puede acceder a un libro que no encuentra, a los editores porque les permite ahorrar en reimpresiones y a los libreros, porque a fin de cuentas el libro que se imprime por encargo es un libro físico que se venderá en las librerías”. Daura considera que el plazo de veinte días entre la petición del título y su entrega “es demasiado largo, aunque todos confiamos en que a la larga se acortará”.
La IPE podría permitir abaratar el coste del libro si el lector se salta los intermediarios y va directamente del autor al comprador. “Nunca voy a saltarme las librerías –dice Gallardo– cuando representan el 90 % de mi facturación y además son los canales adecuados para conectar libro y lector”. Y, sobre las editoriales, siempre tendrá que haber expertos que se ocupen de la correcta edición de un libro.
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