La publicación del volumen memorialístico de Lonard Woolf
 'La muerte de Virginia' (Lumen) nos adentra en la historia de The 
Hogarth Press, una de las más singulares empresas editoriales británicas
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| Virginia y Leonard Woolf | 
Generalmente autores y editores juegan en campos diferentes -aunque 
no obligatoriamente opuestos-, pero a veces esta distinción se borra. 
Bastantes escritores han trabajado para editoriales en distintos 
menesteres literarios, y en algunos contados casos han cogido también su
 timón empresarial. Es el caso de Benito Pérez Galdós, quien decidió 
publicar sus propias novelas tras pelearse con su editor habitual. 
También el de T. S. Eliot, que estuvo muchos años al timón del sello 
Faber&Faber; el de Carlos Barral, al frente de Seix Barral y Barral 
editores; o el de Joan Sales, con Club Editor, todos ellos a ambos lados
 de la barricada.
Virginia Woolf y su marido Leonard crearon en 1917 The Hogarth Press,
 llamada a ser una de las editoriales que renovarían la literatura 
británica de entreguerras. La pusieron en marcha como una diversión -a 
Virginia le encantaba encuadernar-, e invirtieron en sus cinco primeros 
años de existencia un exiguo total de ciento treinta y seis libras, dos 
chelines y tres peniques, que cubrieron básicamente gastos de imprenta, y
 consiguieron consolidar un sello de éxito que dio beneficios año tras 
año hasta la muerte de Leonard Woolf en 1969.
Entre los libros que publicaron en vida de Virginia figuran los suyos, como Mrs. Dalloway, Al faro o Las olas. También una obra fundacional de la poesía del siglo XX como La tierra baldía,
 del arriba citado T. S. Eliot, y otras de autores como Katherine 
Mansfield, E.M. Forster y los integrantes del grupo de Bloombsury casi 
al completo (Clive Bell, Vita Sackville West, Roger Fry, Keynes...).
Editaron también Adiós a Berlín, de Cristopher Isherwood, y la antología de 1939 Poems for Spain, a favor de la causa republicana española. Tradujeron al inglés la obra completa de Freud, a Rilke y a numerosos autores rusos.
No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.Virginia Woolf
La filosofía de los fundadores de The Hogarth Press, según recuerda Leonard Woolf en su obra autobiográfica La muerte de Virginia,
 que acaba de publicar Lumen, consistió en mantenerla como “una 
editorial pequeña e independiente con un catálogo limitado 
dleiberadamente a un máximo de unos veinte libros al año. Nunca nos 
hemos expandido, ni publicado un libro por ningún otro motivo que el 
convencimiento de que merecía ser publicado. Nunca nos hemos expandido, 
ni publiccado una obra bajo la presión financiera de los gastos 
generales”.
Esta filosofía de la “no expansión” provocó tras la Segunda Guerra 
Mundial, y ya sin la presencia de Virginia (que se suicidó en 1941), la 
confrontación de Leonard Woolf con su socio John Lehmann, convencido de 
que para mantenerla saneada la firma debía crecer.
Wolff narra todas las secuencias de esta crisis, que en su esencia 
representa todo un paradigma clásico de los conflictos de economía 
editorial contemporáneos. La resolvió convenciendo a sus amigos de otra 
editorial de prestigio, Chatto and Windus, para que adquirieran las 
acciones de Lehmann y a la vez se comprometieran a garatizar su 
independencia en los años siguientes, cosa que -y esto es más raro- los 
nuevos asociados hicieron. Paradojas de la vida, hoy Hogarth Press y 
Chatto and Windus forman parte de la multinacional Bertelsmann.
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