por Rubén J. Lapetra.- 24/09/2011
La industria del libro se derrumba. Las imprentas han perdido la alegría a la hora de producir, mientras las editoriales realizan cada vez menos pedidos y de tiradas más cortas. Según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística), las librerías españolas publicaron 76.000 títulos durante el año pasado, un 4% más que en 2009. Sin embargo, la producción editorial bajó hasta 132,1 millones de ejemplares editados en 2010 frente a los 183,9 millones en 2009, un 28,1% menos y a gran distancia de los 255 millones de libros impresos en 2008, antes de la crisis. Son los datos del INE.
Con este escenario desolador, el libro electrónico -llamado a ser su sustituto y salvador de la industria- no termina de arrancar en nuestro país. Los obstáculos pueden ser muchos. Hay que nombra a los grandes sellos editoriales como freno de su desarrollo, otros a la legislación y los derechos de autor, la falta de cultura y hábitos del lector con este nuevo soporte, o, incluso, otros señalan al propio soporte como el gran muro para este nuevo sistema de distribución. Mientras tanto, el negocio editorial sigue desangrándose después de llegar a facturar más de 3.000 millones de euros antes de la crisis. Al igual que ha ocurrido con otros (DVD, CD, prensa...), la red y el soporte digital terminarán por imponerse más pronto que tarde, según los expertos.
La industria y el cambio tecnológico
¿Por qué el libro electrónico sigue dormido en España? La reciente llegada de Amazon, la mayor librería del mundo y productor del reproductor Kindle, sin libros y obras en este formato ha reabierto el interrogante sobre los obstáculos que debe salvar el libro digital para implantarse, especialmente, tras no lograr acuerdos con grupos nativos. "El mayor obstáculo a la popularización del libro electrónico es, sin duda, el comportamiento de la industria editorial en nuestro país. Ante una demanda indudablemente creciente, la industria ha optado por una reacción lenta, que ha generado una ausencia de títulos y canales absurda e innecesariamente intermediados, dando lugar a un mercado desabastecido", explica Enrique Dans, profesor en el Instituto de Empresa, autor de varios libros y de uno de los blogs más influyentes sobre tecnología.
"Tras generar dicho desabastecimiento -continúa Dans-, el comportamiento de las editoriales ha sido manifestar su preocupación por la orientación de los usuarios hacia las redes P2P y otros mercados irregulares mientras reclamaban una legislación más contundente en ese sentido. (..) Si añadimos factores como políticas de precio poco atractivas que no reflejan el ahorro real en costes, y una absurda política fiscal que grava injustamente al libro electrónico, la receta para el desastre resulta evidente: una industria editorial que para protegerse de una evolución tecnológica obviamente inevitable, atiza una bofetada en la cara de sus clientes, los califica de "ladrones", y pretende que sigan esperando tranquilamente y sin hacer nada a que ellos tengan a bien atender su mercado de una manera razonable".
El papel de los fabricantes de e-readers
Pero internet, como canal de distribución, apenas alcanza una cuota de mercado del 1,6% en España, incluyendo a grandes superficies y quioscos. Eso sí, crece a ritmos del 100%. En 2009 facturó 51 millones de euros frente a los 20 millones de 2008, según datos de la FGEE (Federación de Gremios de Editores). De esta cifra se excluyen establecimientos especializados en libros, ya que el editor no sabe con certeza si el origen y destino de la compra se ha realizado por internet, presencial o por correo.
En opinión del experto Manuel Gil, director en Ediciones Siruela, los obstáculos para la llegada del libro electrónico son tecnológicos y de inversión. "Para digitalizar un libro en numerosos casos debes hacer una lista con cinco. En multiples casos no dan los derechos digitales el traductor, el autor, el agente, el ilustrador, etc. De aquí se deriva una lentitud exasperante a la hora de incrementar el fondo digitalizado. Las inversiones en digitalización, en una época de crisis, deben ser muy meditadas debido a que tienen un retorno muy diferido en el tiempo. La inversión que muchos editores están realizando no es previsible recuperarla hasta dentro de dos o tres años", explica.
El dominio, a día de hoy, permanece en los libros físicos y de las compañías nativas como Planeta o Santillana (Prisa), entre otras. Según un estudio de Inmark, para la FGEE, en España existían antes de la crisis 33.000 puntos de venta de libros. El 15%, las clásicas tiendas de libros, es el más activo con las nuevas tecnologías y la venta online. El precio medio del libro vendido en España se sitúa en los 13 euros por ejemplar y la oferta se sitúa por encima de las decenas de miles, según datos de FGEE en 2009, aunque sólo unos pocos autores como Stier Larsson (La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina), Carlos Ruiz Zafón (La Sombra del Viento), Ken Follet (Pilares de la Tierra), Stepahnie Meyer (Crepúsculo) copan la mayoría de las ventas. ¿Es cuestión de precio, de oferta o de soporte?
Por otro lado, Gil considera que no existe una verdadera cultura digital en España y señala también a los fabricantes como responsables de que no haya la necesidad de leer en digital no es masiva. "Es mucho más una imposición de la industria de la cacharrería digital y sus gurús. El mercado de las descargas (mañana será nube) hoy representa una facturación absolutamente marginal. La adquisición de soportes a 300 euros de media es prohibitiva para franjas enormes de chavales. Cada español gasta al año 27 euros en libros no de texto. La adquisición de un soporte de lectura digital debe iniciar un proceso muy rápido de descenso de precios si quiere ganar en penetración entre los jóvenes", concluye.
http://www.elconfidencial.com/
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