Nueva York, 26 sep (EFE).- El escritor peruano
Mario Vargas Llosa celebró en Nueva York el quincuagésimo aniversario de
"La ciudad y los perros", su primera novela, de la que se ha lanzado
una edición conmemorativa, y con la que el premio Nobel se inició en la
escritura, ese "misterio" que todavía le "apasiona".
"Escribir es
apasionante. Siento la misma ilusión y dificultades que tuve cuando
escribí mis primeros cuentos. No tengo facilidad para escribir, pero las
dificultades no quitan nada a la fascinación, a la exaltación, al
entusiasmo", remarcó Vargas Llosa sobre su oficio en un encuentro en el
Instituto Cervantes de Nueva York.
El literato se refirió a la sensación "extraordinaria" que siente
cuando "la historia comienza a tener vida propia, algo que siempre es
misterioso", y que ha experimentado ante cada nueva obra de su dilatada
carrera desde que publicara "La ciudad y los perros", por la que recibió
el premio Biblioteca Breve en 1962.
"Con esta novela aprendí mucho, sobre la construcción de la historia,
los puntos de vista, el lenguaje, adquirí cierta técnica que luego
repetiría y perfeccionaría en otras novelas, y forjé una forma de
escribir que tenía que ver con mi personalidad, con mis simpatías y
diferencias en el mundo literario", describió el autor de "La casa
verde".
El autor peruano (Arequipa, 1936) puntualizó que "casi ningún
escritor comienza sabiendo qué tipo de escritor va a ser, ya que eso es
algo que se descubre con la práctica, y por eso las primeras obras son
decisivas".
Asimismo, Vargas Llosa recordó los escollos a los que se enfrentó su
ópera prima novelística debido a la censura que imperaba en España, y
que fue sorteada gracias "al esfuerzo sobrehumano" de su editor, Carlos
Barral, quien sostuvo un año de arduas negociaciones para que la novela
viera la luz.
"Habló con el ministro de Información, con intelectuales que estaban
bien vistos por el régimen (franquista), como José María Valverde, para
que hablaran bien de la obra... y yo también tuve que viajar a Madrid
para mantener una conversación con el jefe de la censura", precisó el
literato.
Vargas Llosa desgranó anécdotas de su entrevista con el censor como
las reticencias de éste a que dijera que un coronel "era gordo, con el
vientre como una ballena", ya que lo interpretó como una burla a la
institución castrense, y, sin embargo, accedió a conservar la frase
cambiando la palabra "ballena" por "cetáceo".
"Al final, sólo tuve que quitar ocho frases, que eran absurdas y
disparatadas y, aun así, Barral las restituyó en la segunda edición", se
ufanó.
El premio Nobel de Literatura de 2010, que bromeó diciendo que esta
distinción es "una semana de cuento de hadas y un año de pesadilla",
regresó del pasado para tratar temas de plena actualidad, como el futuro
del libro, "un objeto emblemático de la civilización" que afronta una
"gran incertidumbre".
"Mi esperanza es que el libro digital coexista con el de papel, y mi
temor es que el libro escrito expresamente para las pantallas, no el
transferido, sea muy diferente del tradicional, y que las pantallas
hagan lo que la televisión ha hecho con sus contenidos: volverlos
ligeros, leves, e incluso frívolos", subrayó.
También abordó la polémica sobre las caricaturas de Mahoma que han
provocado disturbios en varias embajadas de países árabes, asegurando
que "la libertad debería congeniarse con la buena educación", pero que,
si hay que elegir entre las dos, "hay que escoger resueltamente la
libertad".
"Es de mal gusto y ofensivo insultar a Mahoma, pero no es ilegal. Las
sociedades democráticas han alcanzado el derecho de hablar con libertad
de lo terreno y de lo ultraterreno. Lo que debería ser erradicado de
las sociedades cultas es el insulto", concluyó.
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